sábado, 20 de noviembre de 2010
Espinacas
domingo, 7 de noviembre de 2010
Cebolla
La cebolla es un alimento que debe ser incluido definitivamente en nuestra alimentación. Posee una potente acción contra el reumatismo, de manera similar al ajo (ambas se encuentran en la misma familia taxonómica). Esta disuelve el àcido ùrico (responsable de la enfermedad de la gota, que afecta a los riñones y las articulaciones), lucha contra las infecciones gracias a sus sales de sosa y su potasa, que alcalinizan la sangre.
Sin embargo, el consumo excesivo de cebolla cruda provoca un molesto olor que queda impregnado en la persona que realiza la ingesta, olor que puede permanecer varias horas en la boca del individuo. Además, se sabe que el consumir cebolla con limón y sal, aumentan dicho aroma. Después de haber comido cebolla (sobre todo cruda, que es la que más olor de boca deja) es útil enjuagarse la boca muy bien varias veces (unas 5) con agua antes de lavarse los dientes con la pasta dental. De esta forma gran parte de lo que huele se irá disuelto en el agua y será bastante difícil distinguir el olor a cebolla en el aliento.
La cebolla — sobre todo la roja — ayuda a prevenir la osteoporosis, gracias a su alto contenido del flavonoide quercetina, antioxidante de la familia del polifenol, cuya actividad es superior a la de las isoflavinas.
Sus otras virtudes principales son:
- Limitación de las infiltraciones de líquido seroso en los órganos, lo que corre peligro de provocar edemas
- Eficacia demostrada sobre el sistema urinario y sobre la próstata, el mejor tránsito, la limitación de las infecciones.
- La misma abundancia de quercitina protege el sistema cardiovascular
Además contiene:
- Fósforo, "facilitando" el trabajo intelectual
- Silicio, el cual mejora la elasticidad para las arterias y compuestos que favorecen la fijación del calcio en los huesos.
- Sin contar las vitaminas a, b, c, más los beneficios en azufre, hierro, yodo, el potasio en buena cantidad, y sodio en dosis moderadas.
martes, 2 de noviembre de 2010
Lechuga
El nombre genérico Lactuca procede del latín lac, -tis (leche). Tal etimología refiere al líquido lechoso (o sea, de apariencia "láctea") que es la savia que exudan los tallos de esta planta al ser cortados. El adjetivo específico sativa hace referencia a su carácter de especie cultivada.
Entre las variedades de lechuga se destacan:
Beluga: de cogollos apretados y densos, semejantes a la col; carece casi por completo de sabor, pero goza de amplio uso por su crujiente textura y la facilidad para cortarla finamente. Es la variedad más habitual en las regiones donde no se da naturalmente la lechuga, puesto que puede cultivarse en tanques hidropónicos;
Romana: de cogollo largo, con hojas aproximadamente lanceoladas, menos gruesas que las iceberg pero gruesas y crujientes. Se la conoce en España como oreja de mulo;
Francesa: de cogollo redondo, hojas finas y textura mantecosa; tiene un sabor delicado pero intenso. Se la conoce también como Boston;
Batavia: similar a la francesa, de cogollo suelto, hojas rizadas y textura mantecosa;
La llamada lechuga hoja de roble, de hojas rizadas y cogollo suelto, distintiva por el color morado de sus hojas, no es una variedad de L. sativa sino una especie aparte, Chicorium intybus.
La lechuga tiene valor nutritivo, con un alto contenido de agua (90-95%). Es rica en antioxidantes, como la vitaminas A, C, E, B1, B2, B3, B9 y K; minerales: fósforo, hierro, calcio, potasio y aminoácidos. Las hojas exteriores más verdes son las que tienen mayor contenido en vitamina C y hierro.
Las lechugas han sido y son utilizadas en infusión como un ansiolítico moderado que facilita el dormir. Sin embargo en la remota Antigüedad — especialmente en Egipto — se rendía culto a las deidades consideradas patrocinadoras de la libido ofrendándoles plantas de lechuga. Este culto parecía paradójico hasta que en el 2006 se descubrió que un dosaje moderado de los alcaloides presentes en la lechuga tiene efectos ligeramente afrodisíacos, mientras que un dosaje elevado actúa a la inversa, como un ansiolítico.